UNA HISTORIA MARCADA POR LA RESPONSABILIDAD Y LA INNOVACIÓN

En Anticfang entendemos que la excelencia no está reñida con el respeto al entorno. Desde nuestros primeros pasos, la sostenibilidad ha sido una prioridad real, no una declaración de intenciones. Por ello, hace ya muchos años dimos un paso decisivo: sustituir los sistemas de cocción tradicionales por procesos que emplean exclusivamente biomasa como fuente de energía.
Esta elección temprana —poco habitual en su momento— nos permitió no solo reducir de forma significativa nuestra huella de carbono, sino también abrir el camino hacia una forma más consciente y responsable de entender la cerámica.

Una materia que eleva cada detalle

La biomasa que empleamos no es convencional. Se trata de una mezcla rica en lignanos, seleccionada no solo por su menor impacto ambiental, sino por su capacidad de mejorar de forma integral las propiedades de nuestras piezas. Gracias a ella, alcanzamos un nivel de excelencia técnica y sensorial que define la identidad de Anticfang:
• Mayor resistencia estructural.
• Excelente comportamiento térmico y acústico.
• Superficie naturalmente antideslizante, sin alterar la estética del material.
• Proceso con residuos cero y emisiones reducidas.
• Capacidad de fijar carbono, aportando valor medioambiental real.
• Resistencia y adaptación a heladas.

Precisión en cada mezcla

Este enfoque medioambiental va de la mano de un trabajo riguroso sobre la materia prima. A lo largo de los años, hemos desarrollado un conocimiento profundo en la optimización de mezclas de arcillas, afinando proporciones y procesos hasta alcanzar un equilibrio perfecto entre rendimiento técnico, estabilidad cromática y textura.
El resultado es un producto singular, pensado para perdurar en el tiempo, que aúna estética, innovación y sostenibilidad en cada detalle.

UN PROCESO QUE RESPETA LA MATERIA, EL TIEMPO Y LA FORMA

En Anticfang, creemos en la importancia de hacer las cosas bien, desde el origen. Por eso, cada una de nuestras piezas nace a partir de un proceso lento, minucioso y profundamente respetuoso con el material.

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La Arcilla, nuestra Esencia

Todo comienza con el barro. Trabajamos con arcillas naturales que no mezclamos entre sí, y las sometemos a un proceso de purificación que se extiende, como mínimo, durante un año. Durante ese tiempo, las extendemos al aire libre, sobre montaña, sin intervención mecánica. La lluvia, la humedad y el propio entorno actúan lentamente, arrastrando las impurezas hacia el subsuelo y dejando una arcilla más limpia, estable y noble. Este reposo prolongado es esencial para asegurar la calidad que exigimos. Es una manera de escuchar el ritmo de la tierra, de dejar que el material se exprese sin forzarlo.

Anticfang cerámica artesanal

Preparación y mezcla

Una vez las arcillas han reposado el tiempo necesario, se trasladan a nuestros silos. Allí se trituran cuidadosamente y se mezclan con agua en proporciones exactas. Buscamos un equilibrio preciso entre plasticidad y resistencia, lo que permite que el material se adapte a distintas condiciones ambientales sin perder su carácter. Esta mezcla se almacena durante al menos 48 horas en depósitos metálicos, donde descansa y se asienta de forma natural antes de pasar a manos de nuestros artesanos.

La pieza, moldeada a mano

Cada una de nuestras piezas se elabora a mano, sobre moldes de madera fabricados también de forma artesanal. Nuestros maestros trabajan el barro con la humedad justa, ajustando cada detalle según el comportamiento del material, pieza a pieza. Una vez moldeadas, las piezas se dejan secar lentamente en los pasillos de nuestras instalaciones, diseñados para crear un flujo natural de aire. Durante el secado, se revisan una a una, se corrigen posibles curvaturas y se lijan cuidadosamente para asegurar su estabilidad, su forma y su acabado final.

Cocción lenta, resultado excepcional

Cuando el material está listo, se colocan a mano en nuestro horno Hoffman. La disposición de las piezas se realiza en función de su tamaño y forma, asegurando una cocción homogénea. El proceso dura una semana completa, sin interrupciones. Durante ese tiempo, el fuego se alimenta exclusivamente con biomasa, bajo condiciones cuidadosamente controladas. El calor avanza lentamente, cociendo cada pieza a la temperatura adecuada, realzando sus propiedades estructurales y aportando un carácter único a cada una.

Selección final

Una vez enfriadas las galerías del horno, las piezas se extraen y se someten a una última revisión. Nuestros artesanos analizan su estructura mediante sonido, una técnica tradicional que permite detectar imperfecciones internas. Solo aquellas que cumplen con nuestros estándares más exigentes continúan su camino hasta llegar al cliente.